sábado, 24 de mayo de 2014

Ambigüedad del lenguaje jurídico. Por Jorge Paez Maña. 25 de octubre de 2.014

Ambigüedad del lenguaje jurídico


El lenguaje jurídico plantea diversos problemas de naturaleza semántica y sintáctica. 

Aquí nos ocuparemos de una de las dificultades más evidentes, las ambigüedades, que pueden observarse en particular en los textos legislativos y en general en una gran parte de los actos jurídicos documentados.
La mayor parte de los textos jurídicos son lingüísticamente ambiguos, porque el lenguaje utilizado es, en si mismo, ambiguo. 

Asimismo puede observarse una continua incorporación de nuevos términos, que recepcionan genuinos conceptos, entresacados de la evolución normativa, jurisprudencial o doctrinal de terceros países, con idiomas distintos al nuestro, que se recogen como neologismos de lenguas extranjeras, originando, en múltiples casos, falsas sinonimias en el lenguaje.   "Un neologismo puede definirse como una palabra nueva que aparece en una lengua, o la inclusión de un significado nuevo en una palabra ya existente o en una palabra procedente de otra lengua". Banco de Neologismo en el Centro Cervantes.  
Ej:  Aero - nave;  Rasca-cielos.

De igual forma puede observarse un incremento de términos polisémicos que surgen de los frecuentes trasvases terminológicos de unos campos científicos a otros y de errores en la utilización, poco ortodoxa, de las técnicas jurídicas de delimitación de conceptos. Palabras polisémicas,  poseen más de un significado.  

El lenguaje natural, por su parte, ofrece igualmente un amplio repertorio de vocablos cuyo significado solo puede ser precisado a tenor del contexto en el que se encuentran, lo que debe tenerse muy presente a efectos de establecer la específica interpretación de los mismos cuando éstos se encuentren integrados en el discurso jurídico.

Las dificultades para hacer del lenguaje jurídico un lenguaje preciso, unívoco y lógicamente riguroso, no se limitan a la indeterminación del significado de los vocablos obtenidos del lenguaje común, ya que en el propio lenguaje científico, desarrollado para la concreción de conceptos estrictamente jurídicos, pueden asimismo observarse términos que, en función de su contexto, expresan un diferente contenido.

Es evidente que todo término jurídico se manifiesta a través de expresiones lingüísticas en las que se puede analizar por separado su formalización y contenido. Este análisis lingüístico que contrapone la forma y el fondo tiene una especial relevancia en aquellas disciplinas que, utilizando terminologías científicas propias, como ocurre en el lenguaje jurídico, precisan dotar a sus términos de un alcance preciso que eluda, en lo posible, ambigüedades no deseadas.

En el lenguaje jurídico existen términos que precisan de complementación con otros vocablos obtenidos de otras disciplinas científicas o del lenguaje natural para su posible comprensión. Esta característica del discurso jurídico provoca una cierta indeterminación de conceptos cuando éstos se delimitan mediante palabras que, en si mismas, presentan una cierta ambigüedad lingüística, lo que vulnera la seguridad jurídica que dicho discurso pretende garantizar.

AMBIGÜEDAD Y VAGUEDAD

La ambigüedad y la vaguedad se parecen en que ambas son muestras de lenguaje impreciso. Sin embargo, hay una diferencia entre ellas. Palabra o expresión ambigua es la que tiene más de un significado. Palabra o expresión vaga es aquella cuyo significado no es claro. El lenguaje ambiguo nos enfrenta a varios significados, entre los que no es fácil determinar el correcto. La vaguedad nos enfrenta con la tarea de ir en búsqueda del significado. La frase “¡Ese libro es tremendo!”, sería ambigua. “¡Qué libro!… ”, sería vaga.

La ambigüedad se debe a veces a la falta de un contexto conocido. Pero una vez establecido éste, el significado se hace claro (“Le entregó la carta” es una expresión ambigua hasta que sabemos que es el cartero el que realiza la acción y no el mozo del restaurant). Distinto es el caso de las palabras vagas, algunas de las cuales son siempre vagas, independientemente del contexto en el cual se encuentran, porque su significado no es solamente indeterminado (la definición de la palabra “rico”, por ejemplo, no establece cuánto dinero o bienes debe tener una persona para ser calificada correctamente como una persona rica) sino indefinidos.

En muchos casos la vaguedad no se debe a la falta de claridad de la palabra o expresión, sino al uso que ha tenido en diferentes épocas (“fino”, “elegante”, “grande”). Otras palabras son vagas porque han ido adquiriendo muchos significados, por lo que han perdido la precisión que una vez tuvieron (“arte”, “democracia”, “progreso”, “cultura”). Finalmente existen algunas palabras que son a la vez ambiguas y vagas, como por ejemplo “artista”.

B. VAGUEDAD

(La) falta de precisión en el significado (designación) de una palabra se llama vaguedad: una palabra es vaga en la medida en que hay casos (reales o imaginarios, poco importa) en los que su aplicabilidad es dudosa; o, por decirlo en términos lógico-matemáticos, no es decidible sobre la base de los datos preexistentes, y sólo puede resolverse a partir de una decisión lingüística adicional. Si nos proponemos hacer una lista de palabras vagas, probablemente tardaremos mucho: como la piedra de toque de la vaguedad consiste en imaginar algún caso dudoso y la imaginación es inagotable, veremos que prácticamente todas las palabras son vagas en alguna medida. Tomemos como ejemplo una palabra bien conocida, como “libro”, que se refiere (más o menos, y aquí está la dificultad) a un conjunto de muchas hojas impresas, encuadernadas juntas y con cubierta. Y empecemos a imaginar problemas:
a) ¿Muchas hojas? ¿Cuántas? Un conjunto de dos hojas no sería llamado libro, pero, claro está, dos hojas no son muchas. ¿Cinco hojas, entonces? ¿Diez? Doscientas hojas pueden hacer un libro. ¿Y ciento cincuenta, ochenta, sesenta? Un conjunto de cincuenta hojas ¿es un libro o un folleto? Si es un folleto, ¿qué tal si suponemos cincuenta y cinco? Aquí llegaremos inexorablemente a algún número que nos parezca dudoso.
b) ¿Impresas? En la Edad Media había libros escritos a mano. Claro que ésta también es una forma de imprimir, en sentido amplio. ¿Y si es perforado en sistema Braille para ciegos? ¿O sino todas las hojas están escritas, sino sólo la mitad? Además, ¿no existen también libros en blanco, donde las hojas están dispuestas para ser llenadas por su dueño con un diario personal, por ejemplo?

C. AMBIGÜEDAD

La condición de una palabra con más de un significado se llama polisemia o, más comúnmente ambigüedad. “Vela”, por ejemplo, puede designar un cilindro de cera con un pabilo en su interior que sirve para iluminar, un lienzo que se ata al mástil de una nave para aprovechar la fuerza del viento, o bien la actitud de alguien que cuida a una persona o cosa durante la noche.

La ambigüedad proviene muchas veces de la extensión de un nombre a diversos aspectos o elementos de una misma situación. Así, por ejemplo, llamamos corte al acto de cortar e incluso al filo de la herramienta con la que cortamos. O tras veces la polisemia es un accidente en la evolución de las palabras a partir de distintas etimologías: las acepciones de “corte” que acabamos de señalar provienen del verbo latino curtare; pero el significado de “corte” como séquito del rey, o como tribunal de justicia, proviene del latín cors, cortis, o cohors, cohortis. Cada uno de estos vocablos evolucionó a su modo en el idioma castellano y ambos coincidieron finalmente en la forma corte.

EJERCICIOS SOBRE VAGUEDAD y AMBIGÜEDAD EN EL DERECHO.

"...Un ejemplo de cada uno de los fenómenos que caracterizan el lenguaje natural, extraídos del Artículo 1 de la ley 1266 de 2008, ley de habeas data.

Las palabras que seleccioné son: objetobancos de datos, y libertades.

La palabra objeto es AMBIGUA, porque tiene varios significados o usos. Se puede entender en el sentido de "cosa", como por ejemplo cuando se dice "cuide sus objetos personales, no nos hacemos responsables". O también se puede entender en el sentido de "finalidad", como se emplea en el caso del artículo 1 de la ley de habeas data, es decir: indicando los propósitos o la finalidad perseguida con la aprobación de la ley. Como se puede apreciar, este es un problema de ambiguedad sencillo, que se resuelve facilmente por el contexto.

La expresión banco de datos es VAGA, porque no es fácil determinar todos los casos a los que se aplica. Aquí hay un problema de la precisión del lenguaje. Por ejemplo, es claro que el recaudo de toda la información personal sobre personas condenadas por delitos contra la vida, que reposa en los archivos del estado, en la medida en que está organizada y clasificada, constituye un caso claro de banco de datos. Sin embargo, una situación similar NO se podría predicar, por ejemplo, del listado de los estudiantes que pertenecen al equipo de futbol de salón. ¿Será ese listado un banco de datos? ¿Es necesario que el banco de datos esté automatizado? O ¿puede tratarse solamente de un fichero? De otra parte ¿Podríamos considerar a Google un banco de datos? O ¿será mejor decir que es un motor de búsqueda? ¿El servidor que contiene la información de Facebook es un banco de datos? etc. No tener certeza sobre si el término se aplica a estos fenómenos es lo que llamamos vaguedad.

La expresión libertades tiene CARGA EMOTIVA, porque se asocia con algo positivo, benéfico y bueno para los seres humanos. A pesar de que en este caso pueda tener un sentido técnico "las libertades constitucionales", en su valoración siempre será dificil dejar de lado su coloración, o la idea de que está necesariamente asociada al bienestar de los seres humanos y en últimas a una idea de dignidad humana.


Como ejemplos de ambigüedad del lenguaje…podemos citar los siguientes:

Ejercicio:  según el lenguaje cómun y el lenguaje jurídico:  Código Civil y Código de Comercio.

Mora
Tradición
Acción
Mueble e inmueble
Alimento  (Solo Código Civil)
Depósito
Servidumbre

Ejemplos de ambigüedades provocadas por la indefinici ón de los términos jurídicos, en si mismos considerados.

Buena fe
Orden público
Buenas costumbres
Imprudencia
Diligencia de un buen padre de familia
Utilidad pública

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